Hay que entender que ese concepto, al que venimos llamando propósito, normalmente no cuenta con unas bases totalmente racionales, de hecho, sus bases suelen ser, por decirlo de alguna manera, más intuitivas, e incluso quizás, instintivas o creativas. Por ello, para poder comprender cómo se lidera desde el propósito, hay que entender algunos elementos básicos de la naturaleza humana[1].
Si la gente que compone la organización está alineada con el propósito, significa que el Empresario ha logrado trasmitir adecuadamente su idea y contagiarla, y por tanto, que el comportamiento de dichas personas es coherente con lo que se espera, según su posición y nivel, y que ponen todo su empeño y energía en lograr los resultados esperados. Contrario sensu, si no hay alineación, el comportamiento y la actitud de las personas no serán los adecuados. Esto implica que el proceso de alineación requiere impulsar un cambio, de nivel personal, en las personas que trabajan en la organización.