Un arma para la innovación y el desarollo

Por Carlos Francisco Restrepo P

arma

Hace algún tiempo tuve la oportunidad de escuchar una entrevista radial que hicieron a Temple Grandin, con ocasión de una película que se hizo sobre su vida. Llamó mi atención que se afirmó que ella era autista, pero la manera en que hablaba distaba mucho de la idea que yo tenía del autismo (basada casi totalmente en haber visto Rain man).  Me sorprendí aún más cuando dijeron que era Zóologa, que tenía un doctorado en ciencia animal, y que además era profesora universitaria.  No siendo suficiente, cuenta con varias patentes de artefactos que ayudan al bienestar animal, y a disminuir el sufrimiento de estos en mataderos.

maq abrazosResulta que uno de sus inventos más notables es una máquina de dar abrazos, que ha sido un avance muy importante en el tratamiento del autismo. Durante la entrevista, la señora Grandin hizo una breve narración de la historia de cómo llego a realizar esta invención. Según lo dijo, de joven visitó una granja de unos parientes, y allí se percató que, cuando el veterinario quería calmar a las vacas, utilizaba un aparato compuesto de dos placas laterales, a manera de prensa, que apretaba levemente a los animales los cuales, sintiendo la presión lograban tranquilizarse. El detalle que quiero resaltar de la entrevista es que Temple Grandin, llevada por su curiosidad, decidió meterse dentro de la máquina y la usó en sí misma. “Sentí lo que sentían las vacas y eso me dio tranquilidad”, dijo, “de ahí en adelante, usé la máquina todos los días durante mi estadía en la granja. Tener el control me daba tranquilidad, yo necesitaba un abrazo pero no toleraba que me lo dieran, simplemente no tenía el control cuando alguien más trataba de abrazarme”.  Fue la curiosidad de Temple Grandin lo que le llevó a inventar su famosa máquina.

El velcro es otro ejemplo muy conocido de un invento al que se llegó por cuenta de la curiosidad.  Su creador, el ingeniero Suizo George de Mestral, se cuestionó sobre las semillas que se adherían a la piel de su perro y a su propia ropa cuando salía a Caminar por las montañas y decidió examinarlas a profundidad.  ¿Fue acaso una situación única o fortuita? Para nada, a miles, sino millones de personas se les deben haber pegado estas bolitas a su ropa, a mí mismo me ha pasado, en Colombia las llamamos cadillo, pero ¿cuántos nos cuestionamos sobre ellas? Allí estuvo la diferencia. La curiosidad hizo toda la diferencia.

Según la real academia de la lengua, curioso es aquel que está inclinado a enterarse de cosas ajenas y aquel que está inclinado a aprender lo que no conoce

curiosidad

La segunda versión, aquella en la que se está inclinado a aprender lo que no se conoce, es, en mi opinión, la puerta a grandes oportunidades. De hecho, en esta versión, la curiosidad es un arma muy poderosa para la innovación y el desarrollo, como se vio en los ejemplos del velcro y la máquina de dar abrazos.

Cabe preguntarse si acaso se trata de una cualidad poco común, pues en realidad, en proporción, muy pocas personas la utilizan y en muy pocos casos conduce a algún desarrollo. En busca de una respuesta a esta pregunta, guiado por mi propia curiosidad, decidí explorar un poco la naturaleza de esta virtud.

En primer lugar, resulta claro que la curiosidad induce a la pregunta y la pregunta lleva a la búsqueda de respuestas, porque quien es curioso quiere aprender, pero no se queda esperando la respuesta, sino que la busca por iniciativa propia, ya sea a través de la experimentación o de la exploración, o de ambas acciones. Pero la curiosidad no se conforma con respuestas superficiales, siempre quiere saber más, quiere saber la causa de las cosas, quiere saber la raíz de los problemas, quiere saber lo que viene después y lo que hay detrás de los velos que ocultan el conocimiento. En ese ejercicio se obtienen respuestas, no siempre las esperadas, pero aún las más insospechadas son base de conocimiento, y abren la puerta a nuevas preguntas, por ello, la curiosidad, más que llenar vacíos, promueve el cambio y la evolución, y en tal medida es raíz de la innovación, y es base del progreso.

Por supuesto que al inducir a la experimentación y la exploración, la curiosidad conlleva riesgos, el riesgo de equivocarse, el riesgo de no encontrar nada o de perderse en el intento, incluso el riesgo de obsesionarse, pero, no hay ganancia sin riesgo, cualquier inversionista lo puede atestiguar: a mayor riesgo mayor ganancia.

Apostarle a la curiosidad es apostarle al futuro de la organización, es motivar a la gente para que se salga de su zona de confort, donde si bien, no hay sobresaltos, tampoco hay evolución. Apostarle a la curiosidad es apostarle a la creatividad, al crecimiento, a la innovación. No cabe duda que hay una clara relación entre curiosidad y creatividad, y entre creatividad y desarrollo.

interrogantePor ello, y dado que la primera manifestación de la curiosidad es la pregunta, la actitud que se tenga frente a la pregunta es determinante para estimular o desestimular la curiosidad. Una actitud abierta a la pregunta, lanza un mensaje en torno que la curiosidad es algo bueno, que es deseable, mientras que una actitud de rechazo a la pregunta lanza el mensaje contrario. No obstante, no es suficiente con darle la bienvenida a la pregunta, hay que también, estimular que las personas busquen las respuestas o exploren posibilidades, o al menos que exprese su opinión y creencias acerca de un determinado tema y reflexionen sobre ello. El líder, puede llegar incluso a indicar, de ser necesario, el camino a seguir para encontrar las respuestas, y apoyar las iniciativas en este sentido, pero siempre debe promover que esa búsqueda se dé. Por el contrario no resulta muy útil dar directamente las respuestas, así sean conocidas; si bien siempre será más cómodo para alguien preguntar y recibir una respuesta directa, ello no estimula el pensamiento y la reflexión, no estimula el explorar, el buscar nuevas posibilidades, y por tanto no incita a la creatividad.

En resumen: La creatividad es una cualidad cada vez más importante para la sostenibilidad de las organizaciones, pero el ambiente laboral debe ser propicio para que se haga presente, la labor del líder es desatarla y canalizarla; estimular la curiosidad es el camino que abre la puerta a la creatividad.

De hecho una actitud abierta a la pregunta conlleva un beneficio adicional, ya que previene el caer nuevamente en problemas que ya se conocían, y previene que riesgos ya superados se vuelvan a activar, previene que errores ya cometidos se vuelvan a cometer. Por ejemplo, se espera que una persona que recién ingresa a una organización pregunte mucho sobre la manera de hacer el trabajo, sobre los procedimientos, sobre las herramientas e instrumentos, el no hacerlo sería señal de peligro inminente. Pero si al preguntar se le responde agresivamente, de forma displicente, o se le descalifica, la persona evitará volver a hacerlo y el peligro se mantendrá vigente.

En cuanto a su origen, percibo que la curiosidad (en el contexto de querer aprender o descubrir) es inherente a la naturaleza humana, es innata en nosotros, de hecho es responsable en buena parte de nuestra evolución como especie. Resulta para mí evidente que todos los niños son curiosos, pero no todos los adultos parecen serlo, y esto se da en mayor medida en ciertos contextos. Al parecer hemos adquirido la capacidad de poner freno a la curiosidad, y de hecho esto ocurre desde etapas tempranas del desarrollo del ser humano: comunes son frases como “no toque que lo daña”, “no se meta donde no lo han llamado”, “no busque lo que no se le ha perdido” (muchos padres las hemos dicho a nuestros hijos), y hasta refranes al respecto como, “la curiosidad mató al gato” o “el que juega con fuego siempre sale quemado”; esta clase de mensajes tienen una fuerte influencia cuando se repiten constantemente, pues poco a poco se van interiorizando hasta que la gente se los cree, reprimiendo sus instintos hacia el aprender o explorar, o activando la cara negativa de la curiosidad (el chisme y el morbo).  A medida que las personas crecen la cosa empeora, pues quien pregunta es sometido a desplantes, señalamientos y apodos, y esta actitud se mantiene en la vida laboral. Por ello quizás podría afirmarse que “toda persona nace curiosa pero la sociedad la reprime”.

curiosityPor el contrario, cuando el medio es propicio, cuando la sociedad estimula la curiosidad, se generan sociedades más creativas y por tanto más desarrolladas.  Poderoso me pareció el mensaje que la NASA lanzó en tal sentido, cuando bautizó “curiosity” a su vehículo explorador de marte[1], sin duda alguna esta actitud es una de las causas por las que Estados Unidos ha alcanzado el nivel de desarrollo tecnológico que ostenta.

Pienso, como conclusión, que crear nuevos universos, o ampliar los límites del nuestro, empieza con una simple pregunta, y cada pregunta nace en la curiosidad. En este marco es posible entender la siguiente frase atribuida a Albert Einstein como un reflejo del personaje que llegó a ser: “No tengo talentos especiales, pero si soy profundamente curioso”

¿Que la curiosidad mató al gato? Qué va, ¡Lo volvió un León!!

 

[1] El Curiosity fue lanzado en noviembre de 2011 y aterrizó en marte en agosto de 2012.

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