Contextualizando el Contexto

Por Carlos Francisco Restrepo P

Hacia finales de 2018 se hizo viral un experimento[1] realizado por una conocida cadena de venta de zapatos de bajo costo, en el que se invitó a un grupo de reconocidos influencers[2] de moda a la inauguración de una nueva tienda de zapatos de diseñador. Aún cuando se trataba de una marca ficticia, los zapatos eran básicamente los mismos que venden en las tiendas de bajo costo; sin embargo, el ambiente y la decoración de la tienda daban una sensación de gran lujo y exclusividad.

Basta decir que los invitados cayeron en la trampa de las apariencias, por lo que se mostraron deslumbrados y estuvieron dispuestos a pagar cifras muchas veces más altas por los zapatos exhibidos, que el costo por el que los hubieran podido adquirir en las tiendas reales de la empresa que realizó el experimento.

Y es que no es lo mismo Dinamarca que Cundinamarca, como dice un reconocido comentarista radial Colombiano[3], quien, al decirlo, nos presenta ante la idea de que el contexto importa y debe ser considerado. E importa, porque afecta el significado de las cosas o su valor.

Esa es la razón por la que estamos dispuestos a pagar más por un trozo de pizza servido en un restaurante de aspecto elegante, que por el mismo trozo vendido en un puesto de venta callejero; y es la misma razón por la que ese trozo de pizza bien servido en un plato se ve apetitoso, pero, tirado en la calle sobre la tapa de una alcantarilla será una visión desagradable. Pero también, es la razón por la que una persona desamparada que habita en la calle podría llegar a ver el trozo de pizza abandonado sobre la alcantarilla, como algo deseable, y en efecto, recogerlo y comerlo con gran gusto. Y, sin duda, es la razón por la que el diseño arquitectónico de una tienda de zapatos, así como su ubicación y ambiente, influencian la percepción de valor que se tiene sobre los artículos que allí se venden, sin importar cual sea su costo real. Eso lo saben muy bien los expertos de ventas minoristas.

En resumen, el contexto contempla diversas dimensiones: físicas, ambientales, culturales, relacionales, económicas, políticas y temporales, entre otras y, por tanto, influencia el significado que damos a diferentes objetos, conceptos, acciones, gestos y simbologías. El contexto determina lo que es familiar, lógico, aceptable, valioso y deseable y, en tal medida, tiene gran influencia respecto de lo que consideramos posible y lo que no.

Y sin embargo el contexto no es un lugar común, pues se lee desde las interpretaciones particulares que surgen de la vivencia de otros contextos, es decir, cada uno de nosotros se relaciona con el contexto a partir de filtros provenientes de lo que ha aprendido en su contexto particular y ello influencia sus creencias, lo que sabe, lo que siente e incluso la manera en que sus sentidos perciben, afectando, claro está, su interpretación de la realidad.

Resulta evidente también que el contexto establece condiciones para el desarrollo de los actores que en él interactúan y es determinante en relación con las posibilidades inherentes a estos, en consecuencia, impone limitaciones o, todo lo contrario, facilita e impulsa.

Al respecto, resulta sencillo ver que si bien el contexto no determina cuales son las capacidades y potencialidades que tiene una persona, o sus talentos, claramente el acceso a alimentación de calidad y la disponibilidad de escenarios deportivos puede afectar su desarrollo físico y mental, a su vez la calidad del sistema educativo afecta su desarrollo intelectual y ciertos contextos son más favorables para el desarrollo emocional que otros, solo por mencionar algunos ejemplos. Por ello el contexto puede fortalecer o puede debilitar y puede poner trabas y obstáculos enormes para que las potencialidades y capacidades de una persona se desarrollen, o puede impulsarlas significativamente.

Es evidente que un contexto favorable da más oportunidades, que pueden ser tomadas o no, y un contexto desfavorable puede limitar las oportunidades o incluso eliminarlas por completo, es simple estadística[4].  Ello no significa que en un contexto desfavorable una persona no pueda destacar y cambiar su propia realidad, o la de otros, y de seguro el contexto le hará fuerte, pero claramente sus posibilidades de lograrlo disminuyen, hay en ello una muy clara relación causa efecto.

Dicho esto, me atrevería a decir que, al entender el contexto que rodea a una persona, es más fácil comprender las decisiones que ha tomado y las acciones que ha realizado.

Y esto aplica por igual a las organizaciones, el contexto incide en su desempeño y productividad, así como en su crecimiento potencial, pues estos no dependen solamente de su capacidad técnica o financiera o de la creatividad, esfuerzo o compromiso de quienes allí trabajan, sino también del dinamismo y tamaño de la economía, del acceso a mercados y tecnologías, del ambiente y facilidad para hacer negocios, de la estabilidad política, de la geopolítica, del marco legal y constitucional, de la posición e imagen mundial del país de donde es originaria, del idioma que allí se habla, de la disponibilidad de trabajadores capacitados, del acceso a materias primas, de la infraestructura existente,  de los paradigmas vigentes,  etc. Claramente el contexto es una externalidad llena de incertidumbres sobre la que la organización no tiene control; pero no por ello debería ignorarse… Todo lo contrario.

Algo importante a considerar es que la diversidad de capacidades y visiones en el mundo organizacional hace que algunos tengan éxito donde otros fracasan, así que contextos que resultan desfavorables para unos, permiten florecer a otros. Dicho de otra manera:  lo que para unos es limitación, para otros representa oportunidad. De esta afirmación se desprenden dos de las razones por las que una organización debe ponerse atención al contexto, la primera es que cuando vemos las oportunidades que en él habitan, podremos aprovecharlas; la segunda es que, si bien el contexto es una externalidad llena de incertidumbres, las capacidades internas de la organización son algo sobre lo que si tenemos control, es decir, podemos gestionarlas para hacer que la organización se adapte y responda a diferentes contextos, pero para gestionarlas efectivamente, tenemos que leer dichos contextos correctamente.

Un último atributo al que me quiero referir y que hay que tener en cuenta cuando se habla del contexto es que este no es estático, cambia permanentemente. A veces lo hace lentamente (a través de generaciones), a veces apresurada o bruscamente en lapsos muy cortos de tiempo y tales cambios generan afectaciones y representan nuevas oportunidades. Leerlas, darse cuenta de ellas, hace toda la diferencia entre aprovecharlas o que alguien más lo haga o incluso perderlas totalmente.

Por ello, si una persona en una posición de liderazgo desea tomar mejores decisiones, debe observar con atención el contexto y aprender a leer sus posibilidades e incidencias. Y debe considerar el contexto a la hora de formular estrategias y también a la hora de aplicarlas. No solo por la posibilidad de capturar oportunidades, sino porque el riesgo de no hacerlo es fallar estruendosamente en la implementación, obteniendo resultados inesperados y no deseados, simplemente porque fue implementada en lugares, mercados, nichos o públicos con características diferentes a las que se habían considerado durante la formulación; en consecuencia, mientras que en algunos lugares provocará resistencia, en otros fluirá, mientras que en algunos desgastará, en otros potenciará y muy probablemente el líder no logrará entender el por qué. De esto se desprende que cualquier iniciativa, metodología o estrategia debería ser aterrizada a un contexto particular, haciendo los ajustes necesarios que dicho contexto demanda.

Es un concepto simple, al considerar el contexto adquirimos una visión más amplia de la realidad, lo que nos permite tomar mejores decisiones y formular estrategias más asertivas; al ignorarlo limitamos nuestras opciones, perdemos oportunidades y podemos terminar cayendo en engaños o corriendo riesgos innecesarios. No hay duda, ignorar el contexto disminuye nuestro control sobre los resultados.


[1] En el siguiente link se puede encontrar una explicación detallada del experimento mencionado: https://youtu.be/pPQDP4PUkOA

[2] Un influencer es una persona que cuenta con cierta credibilidad sobre un tema concreto, la moda en este caso, y por su  fuerte presencia en redes sociales puede llegar a convertirse en un referente interesante para una marca.

[3] El autor se refiere a Alberto Casas Santamaría de W radio.

[4] A manera de ejemplo, hay estadísticas que demuestran claramente que quienes tienen acceso a educación universitaria tendrán mejores posibilidades de conseguir empleo y mayores ingresos que quienes no tienen acceso a la misma. Sugiero ver: https://www.eltiempo.com/economia/sectores/ingresos-de-los-empleados-en-colombia-segun-su-nivel-educativo-29706

Fuente fotos: https://unsplash.com/

1 comentario

Pierre Montana

Cuando una persona en una posición de liderazgo desea tomar mejores decisiones, debe observar con atención el contexto y aprender a leer sus posibilidades e incidencias.

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