Liderazgo Consciente

Con tanto ruido, que difícil escuchar

Por Carlos Francisco Restrepo P

Estoy seguro que soy uno de muchos a quienes, de pequeño, su papá (o su mamá tal vez) les llegó a decir, “mijo, a usted uno le dice algo por un oído y le sale por el otro”. Pero en mi caso, a veces ni siquiera me entraba por un oído, lo que molestaba aún más a mi papá. Y esto ocurría con tal frecuencia que se llegó al punto de creer que yo padecía algún tipo de limitación auditiva y, en consecuencia, en varias ocasiones fui llevado a que me hicieran exámenes de oído. Cabe aclarar que ninguno de ellos salió negativo, según los doctores yo tenía una audición perfecta. Pero la situación era tan persistente y llegaba a tales extremos, que en ocasiones mi pobre papá, totalmente desesperado y enojado, me decía, “usted parece SORDO”.

Debo confesar que aún me ocurre y que no es extraño que otras personas, generalmente cercanas, me hagan un reclamo por no tener en cuenta algo que me han dicho. Y claro, suele suceder que en muchas ocasiones pongo en duda el que me hayan dicho aquello por lo que reclaman, así que resulta un poco frustrante cuando surgen testigos que corroboran que en efecto me lo dijeron y que incluso asentí, como si estuviera poniendo atención. Realmente me sorprende el darme cuenta de la enorme capacidad de ensimismamiento que tengo. No es mi intención el no escuchar, pero a veces simplemente ocurre.

Por supuesto entiendo que escuchar es una señal de respeto y que, ante situaciones como las que he descrito, es comprensible que la otra persona se sienta mal respecto de mi comportamiento.  De seguro yo me molestaría si me pasara al revés.

El ser humano no es un recurso, tiene recursos

Por Carlos Francisco Restrepo P

Hace poco asistí a la conferencia “El potencial está en la mente” del Ingeniero Daniel Herrera Reginatto. Debo decir que antes de iniciar la conferencia no sabía nada de Daniel y por tanto no tenía ninguna expectativa particular, así que me tomó totalmente desprevenido y me dejó profundamente impactado el encontrar que tiene parálisis cerebral y que, a pesar de su evidente dificultad para moverse y hablar, no tuvo ningún problema en pararse frente a un grupo de profesionales y directivos, para darnos una lección de vida.

Su historia me pareció más que inspiradora y sus resultados, sin duda alguna, extraordinarios pues, para lograr lo que ha logrado, Daniel se ha pasado la vida rompiendo paradigmas.  Y es que Daniel estudió en el Colegio Hacienda los Alcaparros, que no es un colegio para personas en condición de discapacidad, ni nada parecido (allí, por cierto, también estudia mi hijo menor) y como si eso fuera poco, se graduó como Ingeniero Industrial de la Universidad de los Andes con una tesis premiada[1],  es coach certificado, además de emprendedor, toca piano y es un conferencista muy solicitado. Gran hoja de vida para alguien que apenas está rondando los 30 años, pero impresionante para alguien con parálisis cerebral (al menos desde el punto de vista que me dan mis propios paradigmas y desconocimiento).

De su conferencia quiero resaltar una idea central: Todas las personas tenemos debilidades, pero son nuestras fortalezas lo que nos permite transformar la realidad, empezando por la nuestra.

Y en efecto, es a través de sus fortalezas que Daniel ha salido adelante. Resulta evidente que cuenta con recursos sorprendentes, impresionantes de hecho, que le han permitido hacer grandes cosas, superando no solo los obstáculos impuestos por su condición, que no son menores, sino también aquellos impuestos por el entorno, a partir de estereotipos sociales fuertemente arraigados.

Esto me lleva a otra idea y es que los humanos más que ser un recurso, tenemos recursos.

El grande y poderoso ejemplo

Por Carlos Francisco Restrepo P

Siento que uno de los principales objetivos del liderazgo es la transformación, es decir impulsar a otros a realizar un cambio en su vida, de manera que elijan un determinado camino, aprendan nuevas maneras de ser o hacer y a partir de ello actúen por propia iniciativa, crezcan y desaten su potencial, para que pongan todo eso al servicio de un propósito superior y se comprometan a buscar resultados sobresalientes,

Frente a tal idea debo precisar que, como en el caso de un escultor, el liderazgo no se trata de crear personas nuevas, sino de descubrir, y liberar, algo que ya está allí, pero permanece oculto; y, como el artesano, se trata de crear nuevas y mejores realidades a partir de los recursos disponibles. Por ende, el verdadero liderazgo no se escuda en lo que le hace falta, construye con lo que tiene.

Explicado mi marco de referencia a este respecto, comienzo este escrito con una afirmación: Contribuir a la transformación de otros solo es posible desde el ejemplo.

¡Porque el ejemplo tiene gran poder!

Redefiniendo el éxito

Por Carlos Francisco Restrepo P

En el mundo de hoy, tan dinámico y cambiante, la palabra éxito ha adquirido una posición preponderante y lidera, de lejos, el listado de palabras que más se utilizan en el ámbito organizacional.

Sin embargo, ÉXITO resulta ser una palabra extraña, pues a pesar de ser un concepto atemporal, se quiere tener cuanto antes y ojalá muy rápido; a pesar de ser algo intangible, tememos perderlo o no llegar a sentirlo; a pesar de no tener género, mueve a hombres y mujeres por igual; a pesar de no tener sensibilidad, nos lo tomamos muy en serio; a pesar de no ser una persona, y por tanto no tratarse de un líder y menos de un santo, tiene millones de seguidores; a pesar de no ser un concepto matemático, inventamos miles de fórmulas para alcanzarlo.

Pero, ¿qué sabemos del éxito?

Sabemos que requiere de ciertas condiciones, y parece haber consenso en que una de ellas es aceptar el riesgo de fracasar; de hecho, la mayoría de quienes se consideran exitosos afirman haber fracasado muchas veces. Parece claro entonces, que el miedo al fracaso, a la derrota, al rechazo, o a perder lo que se tiene, resultan fuertes impedimentos para avanzar. ¡Es el temor a caernos lo que nos impide volar! Diría que sin fracaso el éxito solo es algo fortuito.

Una visión con grandes expectativas

Por Carlos Francisco Restrepo P

Expectativas 1Habiendo leído algunos textos sobre liderazgo y biografías de varios personajes significativos de la historia de la humanidad, he concluido que los verdaderos líderes, aquellos que suelen presentarse como ejemplo a seguir y que por tanto valdría la pena imitar, comparten una característica común: anhelan ser dignos, quieren ser merecedores de lo que tienen; por tanto, son auto-críticos y trabajan duro en construir una mejor versión de ellos mismos.

Creo que, al menos en el caso de grandes líderes, más que una cualidad, se trata de una actitud ante la vida que les invita a confrontarse permanentemente, a reflexionar con regularidad sobre sí mismos para buscar la respuesta a preguntas, no solo sobre lo que quieren lograr, sino, y más importante aún, sobre quiénes son y la clase de líderes que deberían llegar ser.

Si bien supongo que dicha reflexión sobre la propia identidad y el propósito de vida, tarde o temprano le llega a la mayoría de las personas y no es exclusiva de líderes, es más importante para quien ostenta una posición de liderazgo, dado su rol en la transformación de vidas y en la construcción de un mundo mejor.

Bendita Gratitud

Por Carlos Francisco Restrepo P

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“Se agradecido, ¿cómo se dice?” me insistía mi mamá de pequeño, y aún me insiste, y yo le insisto a mis hijos, cada vez que alguien les da un regalo, les hace un favor o es amable con ellos.  Y lo hemos hecho para que aprendan a tener cortesía, pero sobre todo para enseñar el concepto de la gratitud.

Sin embargo no es exactamente igual dar gracias que ser agradecido, pues la gratitud es algo más profundo, mucho más grande que dar las gracias. Es decir, se puede dar las gracias, sin ser agradecido, pero dar las gracias es un buen comienzo.

Para entender la profundidad de la que hablo me apoyo en un antiguo refrán hebreo que dice: «El que da, no debe volver a acordarse; pero el que recibe nunca debe olvidar»; a su vez, un tradicional proverbio chino señala: «Cuando bebas agua, recuerda la fuente».  Ambos se refieren a la gratitud y la relacionan con recordar, pero además en ambos aparece implícito el concepto de la reciprocidad, aunque en realidad no se debe nada, pues lo que se entregó se dio con libertad y generosidad.  Entonces, ¿hablar de gratitud es hablar de memoria?, ¿es hablar de reciprocidad o justicia?, ¿o es algo más?

Delegación consciente es delegación efectiva

Por Carlos Francisco Restrepo P

mensaje_a_garciaLa primera vez que leí la carta a García[1], quedé impresionado con la actuación de Rowan y coincidí a un 100% con el análisis realizado por Elbert Hubbard, en cuanto que la gente, a quien se le paga por su trabajo, debería poner todo su empeño en hacerlo, y hacerlo bien.  De hecho y como visión crítica de mí mismo, coincidí en que si quiero más debería dar más, por lo cual creo que, desde dicha visión autocrítica, la Carta a García es un documento de gran valor. Pero me equivoqué al considerar que esa premisa aplicaría por igual a todo el mundo, y fue debido a esa equivocación que, en cuanto tuve mi primera oportunidad en un cargo de responsabilidad con gente a cargo, apliqué dicha filosofía. En consecuencia, imprimí suficientes copias de la carta a García, las repartí entre mis subalternos y comencé a dar órdenes y asignar responsabilidades sin mayor consideración del método. El resultado fue que ninguno dio la talla, y yo, además de frustrado, amargado y decepcionado de mi equipo de trabajo, terminé trabajando 18 horas al día, para finalmente no lograr los objetivos que me había propuesto.

Claramente un desastre.  Qué fácil fue echar la culpa a los demás de mi fracaso, que fácil fue forjar la opinión de que el problema radicaba en que me tocó trabajar con la peor gente, que me asignaron el peor equipo de toda la empresa.

Notas de Libertad

Por Carlos Francisco Restrepo P

Notas de aveEn la noche que me envuelve,
negra, como un pozo insondable,
doy gracias al Dios que fuere
por mi alma inconquistable.

En las garras de las circunstancias
no he gemido, ni llorado.
Bajo los golpes del destino
mi cabeza ensangrentada jamás se ha postrado.

Más allá de este lugar de ira y llantos
acecha la oscuridad con su horror.
Y sin embargo la amenaza de los años me halla,
y me hallará sin temor.

Ya no importa cuan estrecho haya sido el camino
ni cuantos castigos lleve a mi espalda:
soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.

En mi parecer el poema Invictus, escrito por William Ernest Henley, que inspiró y dio fuerza a Nelson Mandela mientras estuvo en prisión, resume de manera muy profunda la verdadera esencia y significado de la libertad, desde la perspectiva más humana posible, la del espíritu.

El poema, y más fuerte aún, el testimonio de vida de Mandela, muestran que aun quien está preso puede tener la libertad: La libertad de elegir; puede elegir la actitud con la que enfrenta su situación, puede elegir aprender, puede elegir crecer interiormente, puede elegir perdonar, puede elegir ser responsable de sí mismo, puede elegir la forma con se relaciona con los demás, puede elegir fortalecer su mente, cuerpo y su espíritu, puede elegir ver la luz aún en la oscuridad más profunda.

Una realidad dividida

Por Carlos Francisco Restrepo P

piezas de rompecabezas

En mi opinión resulta evidente que el concepto “izquierda” solo existe en la medida que hay un concepto “derecha” y viceversa, y sin embargo son vistos como contrarios. De hecho, al señalar la posición de algo como a la izquierda o a la derecha, hay que precisar un punto de referencia, pues algo puede estar a la derecha de un objeto y a la vez a la izquierda de otro.

Para reforzar esta idea pongo de presente que el cóncavo no existe sin el convexo, aunque de hecho ambos confluyen en una ola, el norte no existe sin el sur, y es claro que ambos forman parte de un territorio, así como el concepto de arriba no existe sin su antónimo, el abajo, y ambos necesitan de la gravedad para poder señalarse.

La relatividad de nuestro tiempo

Por Carlos Francisco Restrepo P

EinsteinHace algún tiempo, mi esposa dirigía el área de servicio de una gran cadena de almacenes, en cada almacén había un punto de servicio, con una auxiliar, responsable de atender las inquietudes y necesidades de los clientes. Eran todas mujeres, chicas jóvenes, estudiantes universitarias en su mayoría. Una vez, con ocasión del día del amor y la amistad, mi señora decidió invitar a todo su equipo a celebrar en nuestra casa. Mi hija mayor, tendría unos 3 años, sabía que iba a haber una fiesta en la casa y, como era de esperarse, estaba muy emocionada;  cuando sonó el timbre, fue la primera en salir corriendo a abrir la puerta con una sonrisa de oreja a oreja, y al abrirla gritó: “Llegaron las señoras”.  ¿Las señoras? pensé, si la mayor debe tener escasos 21 años. ¿Si ellas son señoras qué seré yo? Quedé en blanco, como cuando uno se golpea contra el vidrio de una puerta o ventana que no había visto. Fue la primera vez que me sentí viejo. Entendí la frase de Pablo Milanes: “El tiempo, el implacable, el que pasó”

En realidad no estaba viejo, ni siquiera me sentía débil, o lento, no me veía arrugado ni canoso, ni había perdido casi pelo, no tenía barriga, ni estrías, tenía un gran estado físico y claramente podía abusar de mi cuerpo sin aparentes consecuencias, de hecho mis niveles de colesterol, triglicéridos y todo lo demás estaban en cifras envidiables. Pero el punto es que hasta ese momento, mi vida había transcurrido tan rápido, que nunca me detuve a pensar en cuanto tiempo había pasado.  Tenía 33 años y mi vida había pasado en un parpadeo.

Si bien 33 años fueron para mí como un parpadeo, entiendo que es muchísimo tiempo y, visto hacia el futuro, parecen una eternidad. También entiendo que el tiempo no corre igual para todos, de hecho, como lo confirma la teoría de la relatividad de Einstein, el tiempo es relativo, pero no solo es relativo en una dimensión física, en relación con la velocidad de la luz, sino también en una dimensión humana, en relación con las situaciones que vivimos o el momento de nuestra vida en el que nos encontramos. Veamos: