Mes: octubre 2016

Detrás de la Excelencia en Servicio

Por Carlos Francisco Restrepo P

La primera vez que asistí a una capacitación directiva en temas de servicio, el expositor presentó múltiples argumentos y estadísticas que justificaban el por qué una empresa debía apostarle al servicio al cliente y cómo esto se traduce en resultados económicos, además compartió muchos ejemplos de compañías en las que el servicio es lo más importante, con casos emblemáticos[1]. Sin embargo, la totalidad de las estadísticas, y de los casos presentados provenían de países en Norteamérica y Europa, y si bien los argumentos y datos parecían muy convincentes, no correspondían a nuestra realidad, sobre todo cuando los crucé con mi propia experiencia.

servicio-mascCreo que hoy en día resulta muy claro que el servicio al cliente puede convertirse en un diferencial en la estrategia de cualquier compañía, y que a través de éste (el servicio) una organización puede posicionarse con fuerza en la mente de sus clientes, y ganar el favor y la lealtad de estos. Es, sin duda, una idea bastante difundida. Sin embargo, tal nivel de difusión, tan ricos y variados argumentos, y tan amplia oferta, al menos en mi experiencia, no parecen haber sido suficientes para que el concepto del servicio se haya interiorizado en la mayoría de las organizaciones que conozco o he conocido, y en consecuencia la orientación al servicio no se siente, y muy pocas veces, como cliente, he llegado a experimentar esa clase de servicio en el que la compañía que lo presta trasmite un genuino interés por mis necesidades y preocupaciones. Basta con recordar, solo por poner algunos ejemplos, las muchísimas veces en las que el cajero del banco no me miró a los ojos y a duras penas, de forma casi forzada me dio un saludo; o aquellas en las que al comunicarme con el canal telefónico de mi compañía de televisión por cable[2] gasté al menos 10 minutos en lograr ser atendido por un agente y éste, sin poner atención o tratar de entender lo que yo quería decir, se limitó a repetir como un perico lo que en su guion se establecía; o aquellas en las que el conductor del bus o del taxi, manejaba como si llevara animales en vez de seres humanos.